Sereno

Sereno pero no estático
en una penumbra tampoco buscada
te amé entre las letras de tus palabras
ensambladas, negritas, como de átomos
iracundos, todo es y era movimiento.
En el instante fugaz de aquel encuentro.
Azaroso y en la embriaguez de un corazón
transfigurado y resplandores marchitos.
Y dorados como esos rayos.
En la tormenta estival que estamos
esperando o en la ruptura del invierno imaginado.
Tus pulsiones tan estrepitosas, como los saltos más 
altos de las cascadas, o cuando ofrendé mis venas
correntosas y algo frágiles al presentir la despedida.
De una vida en ruinas sobre mis fatigados huesos.
Y enmascarado con la violencia de una pasión salvaje
y pronta.  Aquellas magnolias de nuestro jardín en celo
CUBRIERON ESOS PÉTALOS los cuerpos uno a uno, dos.
Verso a verso con su sangre se unieron
y reflejaron en el parque como mantas de colores
Incas y Mayas nos cubrieron sonrojadas cuando el amor
Hicimos bajo sus tonalidades de caricias dadas.
Esos ríos tan lejanos y yo sé que tú imploras la caricia
con la conciencia despierta de nuestra Patria.
Donde se yerguen ufanas las ciudades viejas

y perdidas y yo te sigo amando porque tú
me llamas a gritos en tus noches sin estrellas
y de lunas inmensas y soles patriarcales
porque dejaste mi piel ardiente e inundada
De abrazos impensados.