Es ese silencio que tanto oigo cuando me miras
El viaja conmigo no sé desde cuándo.
Quizá me acompaña desde el vientre de mi madre.
Cuando me hacía retorcer con la promesa de otro mundo.
Y mi cabeza giraba en torno suyo, alrededor suyo...
Como desviándola; si, ella viaja conmigo...
Se esconde a veces porque piensa que aún soy un niño
Y pierde horas eternas mirándola sin decir nada.
Los días y los días son horas vanas
Mientras cuento como viaja el infinito por tus muros
El brazo en la frente, la mirada espía sombras...
Y como siempre me he quedado sin números y sin palabras...
A veces reaparece y corremos como locos
Y reímos como locos, pero siempre sabiendo
que es el silencio de una mirada no tan buena...
Ni tan mala, solo eso, hoy sabe que no soy más un niño.
Por eso, en lugar de esconderse y reaparecer como fantasmas
Ha aprendido a usar sus manos para dictar breves adióses...
Y yo he aprendido a dejarla ir...
Porque lo dijo ella, que está por morirse:><
Asfixiada en un mundo oscuro que la despide
Que no la acepta, que no le cree, que no la quiere...
Y otro balbucean te que la recrea...
Bendito a veces el silencio de su voz!!!
Y bendita la sonrisa de sus manos>
que por traerme un poco de alegría...
se han juntado esta noche buena...
Para llenar mis oídos de adióses y de penas
Que del fruto de la boca del hombre
hartará su mente hasta ver y ser producto de sus cielos.
Olga Tehalekian.
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